Aceptación no Significa Resignación
“Aceptar es la cara positiva, resignar es la cara negativa”
Ayer subí un artículo sobre la herramienta del soltar, y hoy me gustaría hablar un poco sobre su hermana mayor, la aceptación.
Tal vez la aceptación sea un escalón algo más elevado que el soltar. Poniendo una analogía, el soltar sería el suspiro previo que viene antes del aceptar. Y voy a subirme a esta analogía para explicar el título de este artículo.
Muchas veces identificamos ese suspiro como una resignación. Como si al aceptar algo que estábamos negando, nos estuviéramos resignando. Esto en verdad puede ser así o no, todo depende de cómo nos paremos frente a ello.
Si partimos de la premisa de que hay belleza en cada cosa de esta vida, entonces se nos hace más fácil aceptar. Pero por lo general el ego no quiere saber nada con la aceptación. Aceptar significa hacer a un lado creencias previas: “ayer tenía, hoy no tengo”. Si veo esto como algo natural, si puedo soltar lo que ayer tenía, entonces no hay problema. Y si no puedo entonces pregunto: “¿Por qué? ¿Acaso no es la vida lo suficientemente bella para disfrutar lo que nos llega sin necesidad de otra cosa?
Hay gente que llega al suicidio! Cuan cargados tenemos que estar para llegar a ese punto…
La vida es maravillosa, nos llegue lo que nos llegue. No necesitamos nada. Si creemos que lo necesitamos, son los mandatos que nos han puesto encima y que nos hacen creer eso.
Tenemos sol, tenemos pájaros. Tenemos música y una voz para cantar. Tenemos piernas para salir a caminar bajo los árboles. Tenemos cuerpo para disfrutar de un baño caliente, o de tirarnos en una cama, colchón o césped.
Existe tanta abundancia en esta vida, toda gratis a nuestro alrededor! Entender esto nos permite aceptar las faltas. Y aceptar lo que nos llega nos aleja del conflicto, porque si lo que viene es va a estar bien, ¿dónde esta el problema?
Por eso es que soltar y aceptar van de la mano. Soltar no significa abandonar, pero significa que si aquello que soltamos no está, podemos vivir igual y aceptamos que así sea.
Entonces el trabajo está en el empezar lentamente a desapegarnos de las cosas. Y cuando digo “cosas”, es algo general porque en verdad el desapego puede ser hacia cualquier cosa: un familiar, un bien, nuestra imagen, el pasado, una pareja… Tenemos tanto apego pudiendo vivir con tan poco.
La libertad es más cercana soltando y aceptando lo que nos llega, y nosotros nos volvemos más reales y felices. Y cuando mutamos hacia nuestro verdadero yo, sin que sean los mandatos los que nos ordenan, nuestra energía cambia y muchas veces aquello que soltamos vuelve hacia nosotros! Es una gran paradoja del soltar y del aceptar. Cuando decido que puedo vivir sin eso que me estaba apremiando, esto vuelve a nuestras vidas.
Respiremos entonces y miremos hacia adelante imaginándonos felices en esa situación que vivenciamos como apremiante. Empecemos a trabajar sobre la aceptación de las cosas tal cual nos llegan y pronto muchas puertas van a abrirse ante nosotros. Tenés todo lo que necesitás para ser feliz, aceptemos lo que nos llega, suspiremos y sigamos creciendo!